Wild Namibia

Namibia es un país fascinante que nos ha enseñado muchas cosas sobre compañerismo, naturaleza, nuestros orígenes y caza. Todo ello de la mano de Tim Liedke, un namibio que conocimos en la gran feria de IWA en Núremberg (Alemania).
Tim es quien nos introdujo en el país africano para acercarnos a su finca familiar, a pesar de sus malas experiencias con cámaras, decidió confiar en nosotros para la grabación de una serie cinegética en Okondura. Esta finca se encarga de organizar safaris y experiencias cinegéticas a nivel internacional y nosotros decidimos mostrar al mundo la esencia de la caza en abierto a través de ellos.
Nos dispusimos a preparar todo el viaje con mucha emoción, ropa, mochilas, equipo de grabación… todo debía estar preparado, ya que en pocos días empezábamos la aventura. Cogimos un avión hasta Windhoek, la capital de Namibia y en el aeropuerto nos recibió Ralph muy amablemente. Nos llevó a comer a un restaurante de “wild meat”, es decir, carne de caza y es allí donde tuvimos esa primera toma de contacto con los animales de la zona, probando la carne de cocodrilo, kudú, cebra o springbok. Las que más nos gustaron y sorprendieron fueron las de cocodrilo y springbok, tenían un gran sabor y estaban cocinadas con excelencia.
Después de esto llegamos al campamento, donde nos esperaba Tim con su familia para darnos la bienvenida. Charlamos un rato con ellos y nos dispusimos a descansar para el día siguiente.
A la caza de la cebra
Nos levantamos por la mañana temprano, para dar caza a una cebra, pero no hubo suerte ese día. A pesar de la mala fortuna, este recorrido por el terreno nos ayudó a reconocer bien la zona y empezar a ver los primeros animales. Vimos orix, algún ejemplar de cebra que no daba el perfil que buscábamos y muchos babuinos.
Por otro lado, para acabar el día, Tim nos enseñó el “jardín”, que era un gran huerto dentro de la propiedad de los Liedke. Allí se cultivaban todo tipo de vegetales, árboles frutales y especias que necesitaban para comer y cocinar en la finca. La peculiaridad de este huerto es que servía de subsistencia a los campesinos y sus familias que lo trabajaban. Los terratenientes les dejaban el terreno para vivir, a cambio de poder coger de vez en cuando sus productos. Esto nos sorprendió mucho, ya que era una especie de trueque que beneficiaba a ambas partes.

La caza de la cebra continúa y este segundo día, pudimos hacernos con el ejemplar que buscábamos. Esta jornada fue un rececho muy duro, ya que era una sierra muy montañosa con pequeños valles. Tuvimos que estar todo el día siguiendo huellas, un modo de rastreo en el que los lugareños y los trackers que nos acompañaban eran unos expertos. Sabían perfectamente si una huella era reciente y además, analizaban los excrementos para saber cuándo ha pasado el animal por ahí.
Con esta gente tan experimentada fue bastante fácil encontrar algunos animales y fue Leonard (un tracker que nos acompañaba) quien dio con el adulto de cebra que buscábamos. Hicimos una entrada muy lenta, porque son animales muy listos y con muy buen oído, y portar todo el equipo de grabación sin hacer ruido, no es tarea sencilla. Estuvimos media hora asegurándonos de que era el animal que buscábamos y tras afirmarlo, realizamos un lance directo al corazón. Extrajimos toda la carne y piel del animal y lo trasladamos de vuelta a la casa de la finca, donde estaba la sala de despiece.

Estaba todo muy bien preparado y se aprovechaba todo lo del animal, lo que no se quedaba en la casa, era donado a la gente de “el jardín” que lo recibía muy agradecida. Nos sorprendió mucho la relación natural con los campesinos, es un gran ejemplo de convivencia y cooperación entre vecinos de un territorio.
Facochero: el jabalí africano
El siguiente animal con el que teníamos que lidiar era el facochero, un animal muy territorial y que comúnmente en España es conocido como jabalí verrugoso. Esta vez nos encontrábamos cazando en la planicie, dejamos atrás las grandes montañas y recorrimos largas distancias avistando imponentes orix. Finalmente vimos una charca, en la que había un grupo de facocheros bebiendo y revolcándose en el barro. Es común ver gran cantidad de animales en estos pequeños lagos, ya que numerosas especies se acercan a ellos para refrescarse e hidratarse a distintas horas del día. Vimos el macho que buscábamos, no era un gran ejemplar, pero priorizamos el aprovechamiento de carne tierna a la búsqueda de un buen trofeo. Decidimos tirar, haciendo un lance directo que únicamente nos hizo pistear al ungulado unos 20 metros como mucho. Aprovechamos la carne con el mismo proceso de la cebra y nos retiramos a nuestro refugio para descansar.

Tim y “el fantasma gris”
Nuestro amigo Tim tenía un reto personal que quería filmar y cumplir: la caza del kudú sin visor. Este mamífero es quizás el más emblemático de los antílopes cornudos en espiral. Fue inmortalizado por Hemingway en su libro Las verdes colinas de África con el sobrenombre de “fantasma gris", debido a su inteligencia y actitud esquiva ante el ser humano.
Nuestro acompañante, quería darle caza con un rifle Mauser de más de 100 años, con una culata de madera que había restaurado él mismo, todo una joya digna de admirar. Sin visor se dificulta el tiro, ya que hay que acercarse mucho más. Estuvimos un día entero intentando encontrarlo, solo veíamos ejemplares jóvenes y nosotros buscábamos un adulto. Finalmente, lo encontramos, el cazador se acercó muy lentamente y sin ser visto a unos increíbles 45 metros, lo tiró. Este lance significó mucho para Tim, era un reto personal y le produjo una gran alegría y emoción. Para acabar la jornada, despiezamos el animal y nos llevaron a ver unas pinturas rupestres de bosquimanos.

Fue una experiencia preciosa que nos hizo reflexionar sobre nuestros orígenes y la importancia que ha tenido la caza a lo largo de nuestra historia y alrededor de los cinco continentes. Había figuras de animales como jirafas y kudús, así como, manos de personas y figuras humanas. Este momento reflejó muy bien lo que queríamos transmitir con el documental, los inicios de la actividad cinegética. Tim nos explicó un montón de cosas sobre cómo cazaban, sus métodos, quiénes eran los bosquimanos… toda una clase de historia que nos ayudó a entender muchas tradiciones y culturas de la zona.

El broche final, un orix
Para finalizar nuestro viaje, estuvimos dos días en busca de un orix. Subimos y bajamos grandes montañas, sumándole a esto, el calor sofocante del continente africano. Hubo varios intentos fallidos, pero finalmente encontramos al ejemplar que buscábamos. Tuvimos que hacer una espera de 40 minutos en un balcón natural, en un saliente de una montaña. El orix se encontraba detrás de un árbol, que le tapaba por completo las partes vitales, por lo que se hacía imposible el disparo. Al final, el animal se movió de la sombra y disparamos tumbados un lance muy bonito que hizo caer al gran mamífero. Celebramos que era un gran trofeo, con unos imponentes cuernos acabados en punta, despiezamos el animal y fuimos a despedirnos al campamento.

Esta experiencia nos ha enseñado mucho sobre caza, aprovechamiento de carne, convivencia en comunidad y sobre nuestros orígenes. Gracias a los Liedke, una familia maravillosa que nos brindó la experiencia de grabar en Okondura y hacer fotos espectaculares. Podrás ver toda la aventura en el gran documental “Wild Namibia” en Cazavisión.
Autor: María Balletbó